Andrea Ropero se ha desplazado hasta Zaldibar para conocer cómo percibe el entorno el derrumbe del vertedero y todo lo que ha acarreado: la desaparición de dos trabajadores y la presencia de amianto en la zona.

Los vecinos se muestran preocupados a pesar de que las autoridades insisten en que no hay peligro real para la salud. Vanesa es una de ellas, y asegura que lo que sienten es "incertidumbre": "Desde el colegio nos mandaron un correo electrónico de que no se iban a hacer actividades al aire libre", ha explicado.

Otra de las vecinas asegura que "carraspea la garganta" y "se tose", pero no "no se sabe si es por el polen" o porque hay peligro real. Incluso, muchos de los vecinos aseguran que ni siquiera sabían que había un vertedero allí y reconocen "tener miedo".

"Aquí huele que mata, todas las actividades se suspenden... si estuviera todo normal se seguiría con las actividades", ha explicado otro de los viandantes entrevistados.

Javier Portillo, miembro de 'Zalla Bai', una plataforma ciudadana que nació para denunciar los riesgos medioambientales de los vertederos. Y es que el de Zaldibar no es el único: en Zalla hay un vertedero de iguales características por el que ha habido varios incendios que, como ha apuntado Portillo, "aún están sin explicar".

En el caso del incendio del vertedero de Zaldibar todos los trabajos se han centrado en sofocarlo. El motivo, según Portillo, es que allí hay amianto y éste "es un residuo peligroso sobre todo porque la fibra de amianto cuando se libera al aire es cancerígena. Si ese amianto se rompe o se quema pasa a ser un residuo peligroso", ha explicado.

La familia de uno de los desaparecidos, Joaquín, reside en Zalla, el pueblo del que Javier Portillo fue alcalde. "Están destrozados", ha explicado: "Joaquín es de una familia de ocho hermanos conocida totalmente en el pueblo. Todos tenemos vínculos con algún miembro de la familia".

"Les falta Joaquín desde hace diez días y ven que no se están poniendo todos los medios para traer a Joaquín y a Alberto. Se han puesto muchos recursos para tapar el problema, para que pasen los coches, pero no para buscarlos", ha aquejado.

Evidentemente, si te pones en el lugar de una mujer que ha perdido a su marido, de tres hijos que se han quedado sin padre de la noche a la mañana y que no pueden cerrar la herida, no pueden pasar la fase de duelo porque ni si quiera les ha llevado el cuerpo... es una situación lamentable", ha espetado.

Portillo asegura que hay "cosas que no se entienden" en el caso: "Sólo se entiende desde la soberbia que se rechace la ayuda de la Unidad de Emergencia del Ejército y que se vea que hay unos recursos muy escasos buscando a Joaquín".

Otro de los dolores de la familia reside en que fue precisamente Joaquín quien alertó de una grieta que en una sola noche había aumentado 22 centímetros: "Joaquín murió alertando a sus compañeros y a sus familiares de que evacuaran rápidamente el vertedero que algo estaba pasando. El día que falleció avisó a varios compañeros de que no volvieran a ese vertedero, que se iba a encargar de que se cerrara ese mismo día. Llevaba días alertando de que había ruidos y grietas sospechosas".

Concretamente, un día antes del desastre se llegó a poner un testigo en la grieta y se vio que había crecido 22 centímetros, pero aun así siguieron entrando camiones.

Según Portillo, el Gobierno vasco sabe qué cantidad de vertidos entran en cada una de estas vertederas y, concretamente, en el vertedero de Zaldibar en 13 años se habían almacenado los residuos que se esperaba almacenar en 35. "El ritmo de almacenado en ese vertedero era bestial", ha zanjado.

Otros momentos destacados

Andrea Ropero también ha acudido al Parlamento vasco en busca de respuestas por parte del Ejecutivo ante la crisis del vertedero de Zaldibar pero, lejos de contestar, el consejero de Medio Ambiente del País Vasco se niega a responder a El Intermedio. Este es el vídeo del tenso momento: