Aquel 11 de marzo de 2004 en tan solo dos minutos diez bombas estallaron en cuatro trenes distintos de la red de cercanías en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia.

Eloy Morán fue uno de los supervivientes y recuerda que aquel día iba en el tren cuando "sonó un estallido seco, fortísimo, tremendo; una cosa espantosa". "De pronto estaba tirado en el suelo, no sé muy bien dónde y sin saber lo que había pasado", asegura. Cuenta que se palpó las piernas, los brazos y que comprobó que estaba entero. Sí que sufrió secuelas y perdió la visión de un ojo e importante pérdida de audición: "El sentimiento de culpa me acompañó durante mucho tiempo".

Ana Pastor entrevista también a quien en aquel momento era responsable de emergencias de Madrid, Alfonso del Álamo, que recuerda como lo vivió y lo que pensó al bajar las escaleras de la estación: "Sentí miedo, no sabía que iba a hacer con aquello".

De Álamo recuerda como especialmente doloroso el momento de comunicarle a las familias el trágico final de las personas que estaban buscando, buscaron ayuda de psicólogos, pero incluso ellos se rompían por la dureza de la situación.

Aquella masacre causó 193 muertos, 1.857 heridos y nos dejó a todos secuelas imborrables.