En 2009, el contingente español desplegado en Afganistán superó por primera vez los 1.000 efectivos. España había entrado en esa guerra en el año 2002, pero nadie imaginaba que iba a durar tanto tiempo.

Tras el 11-S, una fuerza militar internacional liderada por Estados Unidos invadió Afganistán para derrocar al régimen talibán y encontrar a Osama bin Laden.

En 2009, con la victoria de Obama, se inició una nueva estrategia con más efectivos. España, presente en Afganistán desde 2002, envió más de 700 nuevos soldados, superando los 1.500 efectivos en una misión en la que el Gobierno se negaba a usar la palabra 'guerra'.

Uno de ellos era Francisco Javier Hernández, un soldado destinado a Afganistán que cuenta en Dónde estabas entonces cómo fue la misión que le hizo mella y cómo fue el primer ataque.

"Íbamos por una rambla y al enemigo lo teníamos encima. Empezaron a dispararnos. Nos replegamos a un sitio y antes de tomar altura empezaron a dispararnos y uno pasó a escasos centímetros de la cabeza de mi jefe", recuerda.

Una sobrecogedora experiencia en la el soldado explica que "estás viendo cómo están cayendo las granadas a tu lado, cómo los vehículos de al lado están intentando reaccionar...". "El sonido es lo que se te queda en la cabeza", confiesa.

Tras llegar a casa, Hernández se dio cuenta de las secuelas que le habían dejado tanto a él como a sus compañeros la misión. "Eso te marca", asegura. Y es que "un simple petardo que tira un niño" a Francisco Javier le recuerda a Afganistán.

A día de hoy, el Ministerio de Defensa no recoge datos sobre el estrés postraumático en las Fuerzas Armadas.