La mañana del 31 de enero de 1994 el Liceo de Barcelona ardió. La chispa del soplete de uno de los empleados de mantenimiento provocó una de las mayores catástrofes culturales de nuestra historia.

El fuego se expandió rápidamente sin control por todo el teatro y, aunque no hubo que lamentar víctimas y la rápida actuación de los bomberos permitió salvar varias obras de arte y parte del mobiliario, no pudieron hacer nada para evitar que el techo se hundiera por completo.

Montserrat Caballé fue uno de los personajes públicos que se mostraron muy afectados por la tragedia hasta tal punto de que la soprano declaró que había sentido que se "hundía" junto al techo del Liceo. El templo, que había acogido durante años a los más grandes artistas de la ópera inició, inmediatamente, su reconstrucción.

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