En el año 2010 conocimos el caso de Antonio Meño, un joven al que se le truncó la vida al someterse a una sencilla operación quirúrgica.

Muchos años antes, en 1989, con 21 años, Antonio decidió operarse para cambiar la apariencia de su nariz pero salió de la intervención con un daño cerebral irreversible.

Dónde estabas entonces habla con Juana Ortega, la madre de Antonio Meño, que explica cómo fue su calvario y su lucha en los tribunales para demostrar que se había cometido una negligencia médica.

Sin embargo, tras una larga batalla judicial, en 2008, en Tribunal Supremo exculpó al anestesista y condenó a los padres de Antonio a pagar a los demandados por los gastos judiciales 400.000 euros.

"Te matan a un hijo, te rompen la vida y encima el resto de tu vida tienes que estar pagando un dinero que no tienes y que tienes que sacar para pagar a la gente que te ha hecho mal...", explica.

A partir de ahí, Juana, su marido y su hijo, decidieron trasladar su protesta a la puerta del Ministerio de Justicia. Durante casi un año y medio estuvieron acampados en Madrid firmes en su lucha hasta que en 2010 la aparición de un testigo sorpresa dio un giro al caso. Un médico en prácticas que asistió a la operación dio una versión de los hechos.

Su testimonio permitió que la Justicia reabriera el caso. Sin embargo, tras 22 años de lucha no se vieron con ganas de iniciar otro periplo judicial y firmaron con resignación y lágrimas un acuerdo con las aseguradoras que para ella resultó ser una "humillación".