El rechazo social no logró cambiar la opinión del Gobierno y el 16 de marzo Bush, Blair y Aznar se reunieron en Las islas Azores para dar un ultimátum de 24 horas a Sadam Husein: pedían el desarme del país y la dimisión del dictador.

La intervención de Irak parecía inminente y, tras el viaje a las Azores, Aznar compareció en el congreso para explicar la posición del Gobierno respecto a la invasión. Apenas dos días después de ese pleno EEUU y Reino Unido bombardearon Bagdad.

A las pocas semanas de empezar la guerra, el corresponsal de El Mundo Julio Anguita Parrado moría por el impacto de un misil iraquí. Y 24 horas después, el cámara de Telecinco José Couso falleció por un disparo del ejército estadounidense.

David Couso relata sus impresiones sobre el suceso en aquellos primeros días: "Atacaron tres señales de prensa que emitían en directo, la administración norteamericana lanzaba un mensaje: 'Queremos una prensa que controlemos'. En los cinco días que tardaron en repatriar el cuerpo de José vemos desprecio, vemos vasallaje por parte de nuestros mandatarios y que pesan mucho las relaciones geopolíticas con EEUU".

En vista de la falta de apoyo del Gobierno, la familia decidió actuar y comenzaron su batalla judicial: "Viendo que el estado no interponía una querella criminal, interponemos una querella, se admite a trámite que fue una gran victoria y empiezan los movimientos en las altas esferas para que se archive la causa. Pegan un carpetazo". David Couso concluye que la de su hermano"es una muerte incómoda porque es un ciudadano español de un país aliado" y está seguro que si hubiese sido un tanque iraquí las cosas serían distintas.

Los tanque norteamericanos entraron en Bagdad dos meses después de iniciarse la guerra y de los 2.600 soldados españoles desplazados a Irak, fallecieron 11.

En señal de rechazo a la guerra, el entonces líder de la oposición José Luis Rodríguez Zapatero permaneció sentado al paso de la bandera de EEUU durante el desfile de las fuerzas armadas. Meses después, convertido en presidente del Gobierno cumplió su promesa electoral de retirar las tropas españolas destinadas en Irak. Y en mayo de 2004 nuestros soldados volvieron a casa.

Años más tarde, en 2007 José María Aznar tuvo que reconocer públicamente que Irak no tenía armas de destrucción masiva.