En la isla de La Gomera se detectó primer caso de coronavirus en España. Se trató de un turista alemán. Otro turista, esta vez, británico, fue el segundo contagio de COVID en nuestro país. Ocurrió el 9 de febrero de 2020 en Mallorca. El virus comenzaba a mostrar señales de existencia en España y la Mobile Word Congress canceló en Barcelona su importante evento. Una decisión que el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, no compartía.

Dos semanas después se aisló todo un hotel con más de 1.000 personas dentro después de que un turista italiano diera positivo. Sin embargo, los españoles seguíamos celebrando encuentros multitudianarios mientras vivíamos de espaldas a un virus que ya estaba entre nosotros. 25.000 aficionados del Valencia viajaron a Milán para ver a su equipo, Carles Puigdemont reunió a miles de personas en el sur de Francia, hubo mítines políticos con auténticos baños de masas como el de Vox y también manifestaciones multitudinarias como la de Jusapol o la del 8M. En esta última miembros del Gobierno animaron a que se sumaran a una movilización que tampoco quiso perderse el PP.

La OMS decretó la pandemia mundial tres días después del 8M. Al día siguiente, la Generalitat decretó el cierre de Igualada y otros tres municipios, fue la primera comunidad en tomar una medida tan drástica. Para entonces, el virus ya estaba descontrolado en España y el 13 de marzo de 2020 Sánchez anunció una medida que nos cambiarias la vida drásticamente: España quedaba confinada. Italia había tomado la misma medida un poco antes y, muy pronto, lo haría la gran mayoría de los paises del mundo. De esta forma, se originó el único momento de la historia de la humanidad en el que todos los ciudadanos pasamos lo mismo a la vez.