El 24 de julio de 2013, un día antes de la fiesta de Galicia, se producía uno de los accidentes más trágicos de la historia de nuestro país en el barrio compostelano de Angrois. Allí murieron 81 pasajeros y hubo más de 190 heridos.
El tiempo se paró en Angrois. Los vecinos se lanzaron a ayudar a todos los heridos y a intentar evitar más muertes. Martiño Rozas, portavoz de la Asociación de Vecinos, asegura que hubo gente que "quitó la puerta de su propia casa para que la utilizaran, y que cortó los cristales del tren con la mano". Poco antes, el maquinista del tren había avisado de la gravedad en una llamada de emergencia: "Debe haber heridos, muchos. No puedo ayudar a nadie. Dios mío, dios mío, pobres viajeros".