Gran parte de la atención se trasladó durante 2012 a un pueblo de Zaragoza: Borja. Especialmente a Cecilia Jiménez, una vecina que acaparó todas las miradas por la restauración de un Ecce Homo centenario. Tras remodelar la pintura, Cecilia se fue a un balneario sin saber la repercusión de su obra. Sin embargo, los medios lo trascendieron.

Una situación que, según explica su sobrina Marisa Ibáñez, causó "dos ataques de ansiedad" a su tía en apenas una semana: "Si he pecado por pintarlo pido perdón, pero lo he hecho con muy buena intención", relataba ante las cámaras la restauradora entonces. Sin embargo, tras los primeros días, Cecilia Jiménez pudo sacar una visión más positiva: "Ha sido una cosa que dios ha querido ponerme por delante".