Hay algunos viajes en el tiempo más idílicos que otros, pero no por ser incómodos son menos necesarios. Por ello, Boris Izaguirre se dirige de manera figurada a la Barcelona de 1936 junto a Rafa Burgos, licenciado en historia y periodismo por la UAB, caminando por las mismas calles que fueron bombardeadas durante la Guerra Civil Española.

"Ese año hay unas elecciones que casi quedan igualados lo que serían las derechas y las izquierdas, para resumirlo rápidamente. Hay unos votos más para el bando, dijésemos, republicano y de izquierdas. Y es después cuando ya se empieza a preparar el golpe de Estado hasta que, finalmente, en julio, en el norte de España, en Pamplona, un general, el general Mola, decide, dar el golpe de Estado acompañado por el sur, por el general Franco, que entra por parte de Marruecos", explica el experto.

Barcelona, en aquel momento, queda del lado republicano, además de Madrid y una parte en el norte, sobre todo, alrededor de Euskadi. "Las ciudades más grandes y las zonas económicamente también más importantes quedan del lado republicano", especifica. Sin embargo, las tornas no tardarán de cambiar cuando el bando sublevado reciba el apoyo de Italia y Alemania. "Los italianos aportaron aproximadamente, unos 800 aviones, mientras que los alemanes aportaron unos 700, que si los sumamos y comparamos con la aviación que aportó Rusia al bando republicano, que eran solamente 650, vemos que había una desproporción entre ambos".

Los objetivos de los bombardeos no eran grandes fábricas de armamento ni de suministros para la guerra, sino que, tal y como se ha sabido hace unos años tras encontrar unos archivos secretos italianos, lo que se buscaba era atemorizar a la población civil.

Los aviones de los aliados nacionales tenían "una especie de base" en Mallorca, un enclave estratégico ubicado entre Italia y Barcelona. En la Ciudad Condal era donde descargaban las bombas, que había de todo tipo de volumen, desde bombas de 5 kilos hasta de 250 kilos. "Los barceloneses miraban al cielo muy preocupados y no solamente por los aviones, sino también por si era una noche de luna llena, bautizada como 'La chivata', los aviones italianos tenían toda la ciudad a sus pies.

La época más dura corresponde con lo que se conoce como 'los tres días de marzo', que tuvieron lugar el 16, el 17 y el 18 de marzo de 1938. "Hubo casi mil muertos a lo largo de estos tres días y destrucción, sobre todo, en la parte del centro de la ciudad.

Parte de esas bombas cayeron por el lugar por el que ahora pasean Boris y Rafa. "De hecho, una de las más conocidas recibe el nombre del teatro y el cine que tenemos justo aquí al lado": el Coliseum. "No impactó directamente en el teatro, sino que lo hizo unos metros más atrás de donde estamos, en la calle Balmes, y la onda expansiva fue brutal. Llegó a muchas manzanas, incluso había algún reportero de guerra norteamericano que lo describió incluso con mucha crueldad, porque él habló de masas viscosas de carne que habían sido seres humanos".

La bomba del Coliseum generó una cortina de humo de unos 250 metros de alto, "algo raro, porque incluso los barceloneses de aquella época pensaron que la aviación fascista italiana estaba probando algún tipo de armamento nuevo debido a la gravedad de esta bomba". La realidad es que "había impactado con un camión que justamente pasaba en este momento por la Gran Vía cargado de trilita".