Al igual que hay gente que se muerde las uñas, algunas aves se pican o arrancan sus plumas como síntoma de estrés. Aunque, como nos cuenta Pablo Casar, también puede darse por patologías físicas o una alimentación inadecuada, por lo que es imprescindible acudir al veterinario.

Tal y como han hecho Sergio de la Asociación Protectora de Aves Exóticas El Vuelo con Iris, una Loris arcoíris de 10 años, que llegó prácticamente calva tras estar toda su vida enjaulada con una dieta inadecuada.