Y es que el entrenador le está cambiando la vida, cuando llegó al gimnasio le gustaba hasta para él. "¡Cómo estaba! Reventaba de salud: el pie perfecto, la zapatilla colocada, parecía que había nacido dentro de la ropa de deporte… el muslito sin un pelo, la 'chistorra' colocada, qué pelo, qué cutis, qué dientes…", comenta.

"La gente como yo parece que estamos hechos con los trozos de otro, aunque nos pongamos ropa deportiva parece que hemos dormido con ella puesta", explica Harlem. En su encuentro con el personal trainer, este le preguntaba por su objetivo que no es otro que "seguir vivo 15 años hasta pagar la hipoteca".

Para hacer la prueba de resistencia el cómico tenía que subirse a la bicicleta estática: "Si quieres que pedalee, me pones la música de la vuelta ciclista y me cambias el sillín, que esto es una cooperativa de culos que huele a choto desde la puerta".

A la hora de comprobar la elasticidad, Harlem le explica al entrenador su problema, conocido como el 'síndrome del azulejo': "Es más fácil partirme que doblarme".

De los test, el personal trainer pasó a la nutrición y por ahí Leo Harlem si que no pasa y no ve nada claro que le quite el pan. "El pan no engorda, engordo yo que lo mojo en los callos. Yo he perdido relojes en raciones de callos".

En cuanto al ejercicio, Leo Harlem explica su primera experiencia con el Pilates: "Parezco Robocop aprendiendo a bailar sevillanas". Pero como no era lo suyo decidió probar una clase de yoga: "Olía demasiado a incienso pero cuando se quitaron los calcetines me pareció hasta poco".