Abriéndose paso ante el dolor, Máximo Huerta ha recordado con Albert Espinosa la violencia de su padre. "Me acostumbré de niño al miedo, sé cómo sabe", ha admitido.

Sin embargo, el escritor ha reconocido que en sus últimos años de vida lo perdonó: "No puedo justificar nada de lo que hizo, pero sí reconciliarme".

Camionero de profesión, el padre de Máximo Huerta sufrió varios accidentes de tráfico y en uno estuvo a punto de perder la vida. "Lo dejaron en un hospital de monjas y lo cosieron para enterrarlo. Lo cosieron mal, con cristales, con hierros y olía a muerto ", ha relatado.

Consiguió salvarse gracias a la intervención de varias personas que estaban allí presente. Alberto, también camionero, lo ayudo: "Tuvo mala suerte".

Un ciudadano desconocido se ofreció a llevarlo con su coche al hospital para que los médicos lo pudieran atender cuanto antes.

A pesar de la gravedad de las heridas, el padre de Máximo Huerta logró salir adelante, aunque tuvo que permanecer un largo periodo de tiempo ingresado.

"De pequeño iba al hospital a verlo", cuenta el escritor.

Alberto, amigo de su padre, explica cómo el hombre presumía de su hijo: "Nos decía que Maxi iba a estudiar periodismo, decía que iba a sacar la carrera, que sacaría lo que quisiera. Estaba orgulloso de él".

"Hablaba bien de mí a los demás", admite el escritor. Sin embargo, ese aprecio con el que hablaba de Máximo Huerta, de puertas para adentro apenas lo mostró.