Si Jesús Janeiro no hubiera sido torero, podría haber sido un gran portero de fútbol, o, al menos, de eso acaba de presumir con Albert Espinosa. Pero el escritor necesita pruebas. Por ello, le entrega una camiseta ("como la que llevaba Arconada", señala) y unos guantes y le lleva hasta una portería donde los niños de Ubrique suelen jugar a este deporte.
De hecho, ellos son los encargados de desafiarle. "¿Dispuestos a meterme un gol o no?", reta a los chavales, que no se amilanan ante él. "Yo quiero que chutéis fuerte. Sé que es un hombre mayor, pero tiene potencia. Yo quiero que le peguéis fuerte, a trallazos", les pide Espi.
En el momento de los penaltis, Jesulín no para casi ninguno. La pelota pasa entre las piernas y entra en la portería por los laterales descubiertos. Incluso hay un momento de pique y tensión con los pequeños. Mientras que ellos afirman que el balón ha entrado, él defiende que no, aunque en el vídeo se ve claramente que, efectivamente, los niños tienen razón.
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"¡Trampa, trampa!", se quejan los jugadores ante las tácticas sucias del portero. "¡No ha entrado, se ha quedado en la mitad!", argumenta. Pero, a la hora de marcharse, los jugadores vuelven a insistir. "¡Que no! ¡Que no!", grita Jesulín.
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"Ya tenías madera de escritor": Melchor, antiguo profesor de Máximo Huerta, le recuerda los cuentos que escribía de niño
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