"Bienvenida a tu colegio", le dice una monja a Norma Duval cuando entra a la sala de pastoral de su antigua escuela. Emocionada, secándose las lágrimas de sus ojos pregunta por si habían fallecido las hermanas que había durante su época escolar.

En concreto, la vedette pregunta por Irene y "la que conducía", Mariluz. "Sí, fallecieron", le responde una madre. Norma recuerda a la hermana Mariluz, el sonido de sus tacones redondos y que conducía. "Estamos hablando de comienzos de los sesenta", remarca la artista. Mariluz era la encargada de ir a recoger a las niñas en furgoneta cuando fallaba el autobús escolar. "Muy espabilada, muy graciosa", sentencia Norma.

La vedette recuerda muy bien la ubicación de su pupitre, al lado de la cristalera, donde lo veía todo. "A veces me distraía demasiado" reconoce. Una de las hermanas quiere saber qué le ha aportado su experiencia en el cole a su vida. "Todo" responde sin dudar un segundo. "La educación que me disteis, los valores..." sigue Norma mientras su voz se quiebra.

Las monjas le dicen que puede volver cuando quiera al colegio. "Aquí está tu casa" añaden y el llanto de la artista aumenta. "No quiero llorar", protesta. Una de las madres le responde, "llorar es muy sano, llora tranquila". Con los sentimientos a flor de piel Norma recuerda a su madre, que se quedó huérfana en la guerra y tenía una ilusión. "Que yo me educara en un colegio de monjas".