"Tengo que decirte que yo vine a preguntar por este local en su día", confiesa David, de MalaSangre, a Alberto Chicote antes de entrar en Casa Luisa. "Tuvieron un incendio en la cocina y estuvieron cerrados varios meses, y entonces...", comienza a explicar. "... entonces dijiste 'esta es la mía'", termina la frase el presentador.

Ahora sí, los restauradores de Batalla de restaurantes entran en Casa Luisa, sin Chicote ni Claudia, para evaluar el espacio, que, para Alberte, representa "el perfil de restaurante clásico gallego que se ha quedado parado en el tiempo", dice disparando en primer lugar. "No creo que en este local se busque la perfección absoluta", se pone quisquilloso David, observando con atención que los colores de las servilletas no combinan entre sí y los manteles "viejiños y obsoletos".

"El papel que está jugando David a mí me parece absolutamente excesivo", reconoce Omar de La Central Gastro ante las cámaras. "Está jugando y compitiendo muy duro", se queja.

Al entrar en la cocina, todos se quedan sorprendidos. "Al final, depende del tiempo que quieras invertir en la limpieza", sentencia el chef de MalaSangre. Grasa incrustada, suciedad, productos sin etiquetar son solo algunos de las cosas que descubren. "Seguramente han limpiado, pero no ha sido suficiente. Les faltan horas de limpieza", concluye Alberte en su entrevista personal. "Hay un cacho de jamón que casi tiene vida propia", se queja David. Lo peor para él son las almejas. "Ya están abiertas. En su jugo, si queréis". El cocinero recuerda que Claudia precisamente presumía de tener almeja fina y fresca. "A mí me enfada mucho ver el producto en esas condiciones", condena Alberte.

Lo cierto es que la conservación de las almejas de Casa Luisa les ha dejado descolocados a los tres.