"Tiene una decoración tirando al chigre asturiano, como podía ser la de La Montera", comenta Emilio, propietario del restaurante que él mismo menciona, al poner un pie en La Tonada de la Guía. El restaurador visita las instalaciones del establecimiento de Pablo Buei con sus compañeros y sin embargo rivales, Rocío, de Casa Carmen, y Jorge, de la Sidrería Gastrochigre.

Pero antes de que ellos llegaran a la Tonada de la Guía, Pablo ya había criticado a gusto todos los aspectos de algunos locales de sus compañeros, algo que ahora, en su ausencia, le pasa factura. "Lo primero que me llamó la atención fue que él se quejó de que las mesas y las sillas estaban tralladas en La Montera; sin embargo, entras y te fijas... ¿de qué te quejas?", reflexiona Rocío.

El primero en llamarle "hipócrita" es Jorge. La dueña de Casa Carmen usa la misma palabra. "Me parece superhipócrita este pavo", dice delante de todos. El propietario de El Gastrochigre espera a la entrevista personal para dar más caña. "Nos estamos encontrando que muchas cosas que él ha criticado en el resto de los locales, él las tiene y peor, mucho peor", señala ante las cámaras de Batalla de restaurantes.

Emilio no soporta que las mesas estén tan pegadas. Él nunca comería en un sitio así. Junto a Jorge monta un teatrillo en el que cada uno se sienta en una mesa diferente, pero aún así, se dan la mano a forma de saludo cómodamente. En efecto, el espacio entre ellas es mínimo. "Esto es sacar dinero a costa de incomodar al cliente".