Francis Bacon le regaló a su amante, José Capelo, cinco cuadros en los últimos años de su vida, los cinco cuadros sustraídos en el conocido como 'el robo del siglo'. Tres de ellos son retratos que pintó de su pareja. Un obsequio muy íntimo y personal que el novio madrileño del pintor colocó en su dormitorio. "Son un regalo de amor", explica Mamen Mendizábal en Anatomía de... "Solo los más allegados podían saber que esas valiosas obras estaban allí. Ese es el primer paso de la investigación".

"Las primeras actuaciones que realizamos por la Brigada de Patrimonio Histórico es centrarnos en el círculo del propietario y en el círculo más cercano, amigos, amistades, por el hecho de que era muy probable o casi teníamos la certeza no absoluta de que las personas que habían robado los cuadros en su domicilio sabían que el propietario no estaba, estaba ausente, estaba de vacaciones o estaba residiendo en su domicilio de Londres", explica Óscar Liz, agente de esta división de la Policía Nacional dedicada al arte.

"Se ve claramente que es un grupo organizado profesional. No hay testigos, la fractura de la puerta está hecha con profesionalidad, se inhiben las alarmas con profesionalidad. Es gente que se dedica profesionalmente al robo en el interior de domicilios", analiza.

Pero nadie vio nada y las cámaras de seguridad no registraron nada. ¿Cómo es posible entonces encontrar a los ladrones? "Es la propia obra la que revuelve el avispero, porque en el momento en que alguien ofrezca una obra de una entidad, como Francis Bacon, dentro de los canales habituales del mercado, va a saltar".