Once meses después del robo del Códice, Joaquín, el organista, llama a la Policía de madrugada para decir que alguien había metido el Códice Calixtino para inculparle. Se creía objetivo y cree que alguien lo había aprovechado para meter allí el Códice.

"Estaba todo muy desordenado, un colchón medio roto... y en un altillo escondido estaba una copia del Códice que valía 2.500 o 3.000 euros", ha explicado Luis Rendueles. El eclesiástico había robado esa copia con anterioridad: "En su delirio lo había convertido en el original. Nos confesó que lo había robado, según él, para tener 'un recuerdo'", ha explicado el juez José Antonio Vázquez Taín.