La madrugada del 27 de octubre de 2001 una pareja de ladrones lleva a cabo un robo millonario en el hotel-restaurante Atrio llevándose decenas de botellas de vino de un valor superior a los 1.600.000 euros. A partir de entonces, comienzan una carrera frenética por tratar de borrar sus huellas y poner tierra de por medio.

Tras pasar por Madrid y permanecer en la ciudad unos días, emprenden un viaje por diferentes países haciendo una primera parada en Países Bajos.

Los ladrones son una joven mexicana que sueña con ser actriz llamada Priscila Lara Guevara y un delincuente común de nacionalidad rumana y holandesa que responde al nombre de Constantin Gabriel Dumitru.

Después de perpetrar el robo y salir de España, se casan en Países Bajos. Probablemente, aprovechen también para vender parte de las botellas que se han llevado.

"Lo más posible es que llegase un avión privado desde Rusia hasta allí y que saliese con las botellas tras dar el dinero a nuestra pareja de delincuentes", indica Francisco Marco, detective privado.

"La ubicación geográfica del país, con puerto de mar y muy bien comunicado va a permitir traslados, movimientos, viajes con facilidad a muchísimos sitios", apunta un inspector de policía de la Unidad de delincuencia especializada y violenta, UDEV.

Paco Berciano, experto en vinos y asesor de Atrio, denuncia que "hay un mercado negro del vino" que cada día "es potencialmente más grande" y subraya que la mafia podría estar detrás de lo que considera "un robo por encargo".

"Alguien puede querer esa botella para muchas cosas, puede ser un mero coleccionista... Estoy convencido de que no es nadie de nuestra Europa porque es muy difícil que pase desapercibido, esa botella no puede enseñarla nunca a nadie. Es dificilísimo saber quién la ha comprado, pero siempre decimos mafia, en concreto mafia rusa", añade el experto.

En este sentido, Berciano destaca que "el Chateau d'Yquem es un vino muy apreciado en Rusia" y que "Stalin era un enamorado de él": "Visitó la bodega y cogió unas cepas para llevárselas a Georgia, quería intentar hacer ese vino allí, cosa que era absolutamente inviable. Además, en su bodega particular era el vino que más abundaba, era muy apreciado por los rusos en general".

Por su parte, el detective privado Francisco Marco indica que un producto así "en el mercado ilegal es muy fácil de colocar".

"Rusia y ahora determinados países asiáticos son lugares donde el dinero ha costado poco de conseguir y es muy fácil de gastar, los ricos tradicionales no entran a comprar en este mercado terciario, es el nuevo rico mexicano, ruso... que quiere sí o sí conseguir ese vino. Estos vinos están copados y esta gente está acostumbrada a tener lo que quiere, como quiere y en el momento que quiere y sin importarles el precio", zanja el detective.