Sergio Murillo, víctima de la tragedia en la localidad oscense de Biescas, perdió a sus padres y a sus hermanos en la riada del camping de Biescas. "Mi madre le gritaba a mi padre: 'Los chiquillos se van'. Y ya los perdí. Ese es el último recuerdo que tengo de ellos", rememora Sergio. En tan solo unos minutos las instalaciones quedaron arrasadas y 87 personas perdieron la vida.
Los teléfonos comenzaron a sonar con las primeras llamadas de alerta. Emilio Lledó era técnico de Protección Civil en Huesca en aquellas fechas. "La información llegaba con cuentagotas, no teníamos ni el registro de las personas alojadas", recuerda. Luis Estaún, alcalde de la localidad en 1996, indica que se acercó al camping, pero antes de llegar a la zona ya encontró un "panorama desolador". "En mi primera evaluación de la situación pensé que simplemente se habían quedado sin alojamiento (...) y mi preocupación era buscar el espacio para que un grupo de gente pudiera pasar la noche", asegura.
Anatomía de
El momento en el que el deán delata al electricista en el robo del Códice Calixtino: tenía todas las llaves de la Catedral tras su despido
Hay un punto de inflexión en la investigación del Códice Calixtino. El deán conduce a los agentes hasta una capilla de la que nadie había hablado hasta el momento, la capilla de Alba: allí se encontraban todos los llaveros de Manolo, el electricista, con los que podría haber llegado hasta el Códice.