A la primera de esas citas, en el despacho de Rodríguez Sobrino, el expresidente entra por el garaje y los dos saldrán una hora después pero por separado; era el inicio, en marzo de 2016, pero hubo más.

Los agentes pretendían acreditar que Edmundo era realmente el testaferro de González, juntos tratan de sortear cualquier riesgo. En el segundo encuentro eligen el despacho de González. Ahí ya evitan contactos previos y sus secretarias ni siquiera dicen sus nombres. La de Edmundo, por ejemplo, se refiere a él como "el señor" y el mismo se presenta como "antiguo miembro" del equipo de Aguirre y gonzález.

El despacho de este hombre es considerado "punto caliente" para los agentes, que notan además cómo su secretaria llega al susurro cuando habla de sus encuentros con González. La última vez fue hace unos meses, en diciembre. González no solo cuidó sus encuentros, también disminuyó las conversaciones por teléfono sospechando los pinchazos.