La central hidroeléctrica y la presa de Nova Khakovka está absolutamente destruida. El nivel del agua amenaza a 80 poblaciones, de hecho, algunas de ellas ya han quedado totalmente inundadas tras un ataque nocturno que ha hecho estallar la presa.
Rusia y Ucrania se culpan mutuamente del suceso, que se ha producido en un enclave estratégico: una zona ocupada por Rusia, pero en la que el río Dniéper hace de frontera con la zona ucraniana. La inundación de toda la ladera, además de provocar una enorme catástrofe medioambiental, amenazar especies y poblaciones al completo, evitaría una contraofensiva ucraniana en la zona.
No es la primera vez que se usa el agua como arma de guerra en la región de Kherson. El 18 de agosto de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas soviéticas volaron en Zaporiyia (Ucrania) la que entonces era la mayor central hidroeléctrica de Europa, Dneprostroi. Lo hicieron para evitar que cayera en manos de los alemanes y cien millones de metros cúbicos de agua se precipitaron por el Dnipro. Se estima que la inundación provocada por la voladura de aquella presa causó la muerte de entre 20.000 y 100.000 personas.
Ya en octubre de 2022, las autoridades prorrusas de la región ucraniana de Jersón comenzaron a liberar agua de la presa de Nova Kajovka para reducir el nivel del agua y minimizar un posible desastre si la presa era objetivo de ataque.
Ucrania acusó entonces a Rusia ante el Consejo de Seguridad de la ONU de haber colocado minas en los alrededores de la central hidroeléctrica y la presa de Kajovka. "Los terroristas rusos han minado la presa y los agregados de la central hidroeléctrica de Kajovka, cuya destrucción sometería a más de 80 asentamientos y a cientos de miles de personas a una rápida inundación", sostenía el representante permanente de Ucrania ante la ONU, Sergii Kislitsia.
Tras la caída de Al Assad
Siria vive una calma tensa a la espera de resolver su futuro incierto: "Podría haber una moderación de los rebeldes"
El contexto Tras una semana desde la caída de la dictadura, Siria vive un impasse en el que todavía nadie ha asumido el poder y ni siquiera se puede intuir en qué tipo de Estado se convertirá.