La escena se repetirá en miles de hogares en la noche del próximo 24 de diciembre. Una mesa con diez personas, el máximo permitido por las restricciones de la pandemia, que cenan en una habitación de unos 20 metros cuadrados, con las ventanas cerradas, sin mascarilla y a un volumen moderado de conversación. Pero uno de los comensales tiene COVID-19. En esa situación, los contagios se pueden producir en apenas 14 minutos.
Así lo han calibrado investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (Estados Unidos) según un modelo matemático, que incide en la importancia del uso de mascarillas y de la ventilación de las habitaciones, porque reducen significativamente el riesgo de contagio.
De hecho, si en esa misma cena de diez personas todas usan mascarilla y se mantienen las ventanas abiertas, no se correría peligro hasta que pasen 71 minutos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado el uso de mascarillas en los encuentros familiares por Navidad porque "la transmisión del COVID-19 en Europa sigue siendo generalizada e intensa". Sin precauciones, el continente se expone a rebrotes tras las fechas festivas.