La norma que obliga a las empresas a garantizar un registro diario de la jornada de trabajo de sus empleados ha entrado en vigor con el objetivo de intentar acabar con la precariedad laboral.

Sin embargo, para el economista José Carlos Díez se trata de una medida propia del siglo XX y con el modelo taylorista de producción de coches. "No creo que vaya a cambiar nada, porque por fichar no se van a pagar las horas extra", opina.

En su opinión, la clave es que con ese registro de datos se consigan tener patrones de comportamiento de los empleados para poder crear un cambio en la organización que permita aumentar la productividad.

Además, insiste en que si lo que se va a hacer es apuntar el registro en un papel y sólo se hace para evitar una multa del ministerio no va a servir de nada.