El primer ministro británico, Boris Johnson, ha conseguido cerrar el Parlamento hasta el 14 de octubre, apenas dos semanas antes de la fecha fijada para que se produzca el Brexit. El 'premier' frena así las posibles maniobras de la oposición para evitar un divorcio de la UE sin acuerdo, pero, ¿tiene realmente legitimidad para hacer esta jugada?

Según explica Ignacio Molina, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, precisamente hay sobre la mesa "un juego de legitimidades", ya que Johnson "no ha ganado unas elecciones ni una votación parlamentaria" (en Reino Unido no se precisa, como en España, para investir a un candidato como jefe del Ejecutivo).

"Está jugando con la legitimidad de decir 'ha habido un referéndum, yo represento la voluntad del pueblo'", indica, "a pesar de que ese referéndum fue por un escaso margen y no quedaba claro el mandato popular".

De esta manera, incide Molina, Johnson pretende "marcar una posición de líder de la voluntad popular más nacionalista y ganar las elecciones". "No solo nos estamos jugando un Brexit duro, sino un adelanto electoral en Reino Unido", recuerda.

Ante esta situación, los laboristas han reactivado la idea de presentar una moción de censura que impida lo que califican como un "ultraje a la constitución". "Si consiguieran ponerse de acuerdo laboristas, liberales, nacionalistas escoceses y aquellos conservadores que no quieren un Brexit sin acuerdo se podría llegar a esta solución", explica el profesor, aunque advierte: "No va a ser nada sencillo" ya que "esto requiere un candidato de consenso, una votación parlamentaria y que forzara la reina a cambiar el primer ministro".

En este sentido, añade, "el movimiento de Johnson de recortar los días en que el Parlamentos se puede reunir también va encaminado a evitar que la oposición se ponga de acuerdo". "Hay una mayoría en contra de un Brexit sin acuerdo pero no una mayoría a favor de una solución que incluya un primer ministro alternativo a Boris Johnson", agrega.

El hipotético Brexit sin acuerdo, que cada vez se antoja más cercano, tendría un enorme impacto para la economía británica y repercutiría también de manera secundaria en España. Los más afectados, indica Molina, serían los 200.000 españoles que residen y trabajan en Reino Unido, para quienes este escenario plantea "una gran incertidumbre".

"Johnson no está pensando en eso", concluye el experto, "está pensando en ganar posición política para luego hacer un adelanto electoral y ya como primer ministro negociar la relación futura [con la UE]". "El daño que cause va a ser muy grande", advierte.