El cambio climático ya está afectando de forma directa al cerdo ibérico y al jamón. La sequía y la subida de las temperaturas han provocado que en 2022, como consecuencia de la falta de agua, no se generaran tantas bellotas, por lo que bajó la producción de forma significativa. Sin ir más lejos, el caso de Extremadura, en los últimos 50 años el déficit de precipitaciones ha alcanzado el 35% y ha acabado por golpear su producción hasta un 20%.

Pero la crisis climática no ha puesto únicamente en peligro este alimento. Recientes estudios han podido documentar que la crianza del vino de Jerez también está en riesgo por el mismo fenómeno, especialmente por la subida de las temperaturas (de 2,3 grados a 4) y por la falta de lluvias. Hasta el punto de que, si no cambia la situación, para el año 2050 podría haber desaparecido.

La razón: los microorganismos que se forman alrededor, responsables de la criaza biológica y que evitan que el aire se oxide, podrían ver reducida su actividad o morir directamente por las condiciones climatológicas extremas. Así lo expone un estudio elaborado por la Universidad Politécnica de Madrid tras varios años de monitorización del comportamiento térmico de una bodega para, posteriormente, desarrollar y validar un modelo informático de simulación energética de ese edificio.