Para conocer bien lo que comemos es imprescindible saber leer bien las etiquetas e interpretarlas. Lo más importante: en las etiquetas el orden de los factores sí altera el producto. Es decir, los ingredientes que aparecen primero son los que el producto contiene en mayor cantidad. Esta es la primera prueba del algodón.

Lo siguiente en lo que nos tenemos que fijar es en la cantidad por porción, porque toda la información nutricional, también las calorías, van sobre una porción de ese alimento. ¡Ojo! A veces, un paquete contiene más de una porción.

Otra cosa muy a tener en cuenta, ¡el azúcar! Dos cosas que debemos saber:

- En general, más de 5 gramos por porción, por 100 gramos, empieza a considerarse alto en azúcar.

- Una cosa es el azúcar natural, como el de la fruta o la leche. Y otra los azúcares añadidos. Estos son los sinónimos que tratan de esconderla en las etiquetas: dextrosa, fructosa, glucosa, maltosa o sacarosa, maltodextrina, jarabe, caramelo, azúcar de remolacha, néctar, almíbar… Una estrategia para añadir azúcar en forma de edulcorante.

Por ello, si buscas un alimento sano de verdad, escoge el que no lleva etiqueta.