Son 1.000 millones de euros en exportaciones afectadas por los aranceles de Donald Trump. Y eso solo para nuestro país. Golpean, principalmente a productos agroalimentarios a los que Estados Unidos va a aplicar desde ya una subida de aranceles del 25%.

¿Qué significa esto?

Que en ese país, los compradores van a tener que pagar más caros nuestros productos, lo que se traduce en que, seguramente, los comprarán menos. Y, ojo, porque algunos de los más emblemáticos están en la lista negra. El vino, el aceite de oliva, las aceitunas o los quesos.

España está entre los países más afectados por esta medida, junto a Alemania, Francia y Reino Unido, aunque se extiende a toda la Unión Europea. Los estadounidenses también pagarán más por el whisky escocés o el irlandés, los quesos franceses, las Frankfurt alemanas o los textiles británicos.

¿Puede Trump hacer esto?

La respuesta es que sí. Trump tiene permiso de la Organización Mundial del Comercio para llevar a cabo estas medidas. Concretamente le autorizan a imponer aranceles a productos de la UE con un tope máximo: unos 6.800 millones de euros.

¿Por qué lo hace?

Se trata de una compensación por las ayudas europeas concedidas al fabricante Airbus, competidor directo del estadounidense Boeing. De ahí, que además también suban los aranceles a productos de aviación civil.

¿Es este el fin de la historia?

No lo es. La Unión Europea ha anunciado que piensa responder a Estados Unidos con las mismas, con aranceles. En unos meses, el mismo organismo, la OMC, debe anunciar su fallo respecto a un caso muy similar que tiene abierto la UE contra EEUU, en este caso, por dar ayudas a Boeing. La guerra comercial está servida.