Sophia y su madre, Brandi Benner, visitaron una tienda cerca de su casa en Carolina del Sur. La niña pasó alrededor de 20 minutos buscando una muñeca en el pasillo de juguetes. "Ella se volvió hacia la 'muñeca doctora', porque en su mente, ella también es una doctora", apunta Benner.

"Le encanta hacer chequeos y si entras en casa te va a decir qué es lo primero que necesitas". Sophia estaba tan contenta con su elección que nunca se le ocurriría dejar atrás a su muñeca. La muñeca era negra, por lo que el cajero de la tienda le preguntó: "¿No preferirías tener una muñeca que se parezca a ti?"

La niña respondió de inmediato: "Ella se parece a mí; es médico, yo soy médico, ella es una chica bonita, yo soy una chica bonita; vea su cabello bonito, vea su estetoscopio".

Sophia jugando con su muñeca

Su madre asegura que los dibujos animados "doctora Juguetes" le habían enseñado la palabra 'estetoscopio'. Pero realmente lo importante para Benner es que a Sophia el tono de piel de la muñeca no le importaba. Para Sophia, su muñeca y ella comparten las mismas aspiraciones.

Benner no tuvo que defender la elección de su hija frente a la cajera ya que estaba contenta de que Sophia no se inmutó por la pregunta de la cajera. "Si fuese otro niño podría haberse desanimado", apunta su madre.

Tras el episodio en la tienda, Brandi Benner publicó en Facebook su experiencia y el resultado resultó sorprendente: la historia de Sophia ha sido compartida más de 140.000 veces y acumula más de 19.000 comentarios, la mayoría de ellos mensajes positivos de personas con experiencias similares.

"Sólo quiero enseñar a mis hijos a amar, y eso está incluido en mis propias acciones", explica Benner. La experiencia sugiere que los niños no nacen con prejuicios sobre razas y géneros. Lo único que Sophia sabe es que allá donde que vaya, quiere que esté su muñeca.