Para su experimento, Wils compró una caja de huevos de codorniz, que, posteriormente, introdujo en una incubadora casera en su casa para ir comprobando los resultados su teoría.

Cual sería su sorpresa al comprobar, 30 días después del inicio del experimento, que se había obrado el milagro. Uno de los huevos consiguió fecundarse y de allí salió una cría viva.

Albert, como ha sido llamado el polluelo, se ha convertido en la mascota de Wils, que ha podido ver cómo se cumple su teoría, tal y como ha registrado en un vídeo.