Las psicólogas que atendieron y siguen el tratamiento de los padres y el hermano de Álex, el niño violado y asesinado en Lardero, han explicado ante el juez las demoledoras conclusiones sobre su estado de salud mental tras el crimen.

Han explicado que no podrán volver a llevar una vida normal tras la pérdida de Álex. "Ian (el hermano pequeño de Álex) siempre será una persona con desadaptación, tanto él como sus padres", ha señalado, explicando que el pequeño "repite conductas de su hermano", algo que "sucede cuando alguien no está e inconscientemente es una forma de mantener el recuerdo de un hermano".

"Estaban muy unidos, era su Superman, como su héroe. Álex era un niño muy especial", ha dicho la psicóloga antes de romper a llorar en la sesión del juicio, en la que han asegurado que "presenta trastorno de estrés postraumático": "No es capaz de tener sueño conciliador, tras el fallecimiento de su hermano. Transmiten que hay empeoramiento en el colegio. Un día está pletórico, animado, entre paréntesis de la situación de duelo, y tiene momentos de rabia y frustración".

Además, han explicado que "tiene la idea obsesiva de que tiene que ser el Policía para proteger a otros niños de lo que le pasó a su hermano": "Tendrá en el futuro conductas complicadas por lo que ha vivido. Le afectará a su personalidad".

Las psicólogas también han explicado cómo estaban los padres cuando acudieron al lugar de los hechos aquel 28 de octubre de 2021: "Encontramos a dos papás, la mamá al lado del cuerpo sin vida de su hijo abrazada a él y el papá en las escaleras ausente con la mirada perdida. Los dos completamente en shock".

En esta línea han explicado que la madre "presenta un fuerte dolor emocional" con "síntomas de reexperimentación de lo vivido aquella noche continuos, pesadillas todas las noches, llorando continuado, incapacidad para hacer actividades diarias, sintomatología ansiosa, miedo e inseguridad".

El padre, en cambio, vive "un duelo congelado" ya que "no es capaz de enfrentarse a las situaciones que le recuerdan las experiencias vividas con su hijo". Han explicado que ambos no han mejorado desde entonces y que "van a tener secuelas permanentes".

"El padre no es capaz de verbalizar nada relacionado con la noche de los hechos. Está en estado de anestesia. El problema del embotamiento afectivo es que no sientes nada, estás bloqueado y eso provoca mucha tensión e incapacidad para disfrutar. No ha vuelto a hacer nada que le produzca el más mínimo placer, ha abandonado el deporte, cualquier actividad social, está como dice la expresión, muerto en vida", han zanjado las psicólogas.