En esos momentos en los que hay que empezar a luchar contra el cáncer, es cuando los voluntarios se vuelven pieza clave.
Esto lo sabe Mónica que desde hace cinco años planta cara a un cáncer de colón, sus tres hijos son su pilar, pero nada como un voluntario experimentado para coger fuerzas: "Decirte que todo va a salir bien, buscarte soluciones cuando no sabes que hacer".
También lo sabe su madre, Evangelina, que ya vio morir a su marido de cáncer en 2000 y lleva desde entonces de voluntaria. Ahora con su hija enferma sabe mejor que nunca que un piropo, una conversación intrascendente son para los enfermos un buen paracaídas contra la tristeza, sobre todo para quienes están solos.
Unos 30.000 enfermos mayores de 65 en España no tienen a nadie que les ayude. Combatir el desánimo, pero también orientar a los pacientes en el laberinto médico o simplemente echarse unas partidas: "Simple y llanamente les ayudamos a pasar el día".
Ángel superó su tumor y ahora es traductor simultáneo, confidente, secretario y hasta lazarillo de aquellos que no son ni deben ser sus amigos, pero que acaban emocionándole.
Un agradecimiento que es la única recompensa de una labor que cubre, dicen ellos, una laguna en nuestro sistema de salud. Porque a veces una partida cartas o un paseo compartido sirven también para mejorar pronósticos.