El volcán de Cumbre Vieja ha hecho historia y, 85 días después de que se abriera la tierra, se ha convertido en la erupción más longeva experimentada en la isla de La Palma. Por encima de la del Tejuya, que tuvo a los palmeros en vilo durante 84 días en 1585.

Estos casi cien días han supuesto cambios para la isla y también para sus vecinos: muchos han tenido que huir de sus casas -algunos no las volverán a ver- mientras se desplegaba una ayuda nunca vista.

"La memoria del canario sobre los procesos volcánicos es muy cortita, prácticamente vivimos casi de espaldas al volcán aunque tengamos los pies prácticamente encima de él", explica la experta en Vulcanismo histórico y profesora de la Universidad de La Laguna, Carmen Romero Ruiz. "La principal diferencia es que este es un volcán del siglo XXI", apunta.

El volcán no deja de superar récords, a juicio de de Rubén López, vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional: la lava ha ocupado 1.200 hectáreas, con un perímetro de 60 kilómetros. Además, solo en el primer día de su erupción, emitió a la atmósfera 60.000 toneladas de dióxido de azufre. Ningún otro volcán en el mundo había registrado esos niveles. "Esta es la erupción más monitorizada de la historia de Canarias y, posiblemente, una de las más monitorizadas de la Unión Europea".

A pesar de la cantidad de datos, los expertos no se atreven a apuntar cuándo puede terminar la actividad volcánica: "Puede dejar de salir lava y seguir teniendo la emergencia volcánica, las zonas de exclusión y los efectos negativos".