Tradición, solemnidad, expectación y devoción. Las procesiones invaden estos días la geografía española, si bien no todos viven de la misma forma este particular festejo: los hay que se aferran a la muestra de fe que acoge la Semana Santa, los que ven los pasos cofrades como una expresión cultural y los que comparten ambas maneras de verlo.

Tallas del barroco en Sevilla, como la Macarena; el Cristo de Medinaceli, en Madrid; o los pasos de Salzillo, en Murcia, consiguen que la Semana Santa sea admirada por muchos, aunque no se consideren creyentes. "Salen obras de arte a la calle que podrían estar en un museo y muchas personas se sorprenden", señala Alejandro García, cofrado en Sevilla.

Por su parte, Sean Retana, historiador del arte y guía turístico, afirma que "en la Semana Santa española coexiste lo antiguo y lo nuevo, sobre todo en términos de imaginería. Tenemos piezas muy antiguas de grandísimos autores barrocos, conviviendo en la misma procesión con piezas del siglo XX".

En España, las procesiones tienen una tradición centenaria. Sus orígenes están en la Edad Media, y han llegado hasta nuestros días. Por ello, el Gobierno ha decidido incluir la Semana Santa en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial español. Esto es, por considerarla un "fenómeno plural que configura la identidad de España". También el senado ha solicitado a la UNESCO que la semana santa sea reconocida como algo único en el mundo.

"Los requisitos son que esté vivo en la comunidad, que se haya transmitido de generación en generación y que la comunidad lo reconozca como parte de su legado", destaca Paz Gómez, antropóloga experta en Patrimonio Inmaterial. Un legado que combina fe, arte Y tradición, que ha convertido la Semana Santa en parte del Patrimonio Cultural español.