El reo, Pedro Luis G., de 60 años, fue hallado por varios funcionarios en su celda tirado en el suelo, inconsciente y rodeado de barbitúricos, con cuya sobreingesta supuestamente se ha intentado suicidar, según han confirmado fuentes del centro penitenciario.

Primeramente, fue trasladado del módulo cuatro en el que se encontraba a la enfermería de la cárcel, pero debido a la gravedad de su estado fue llevado en ambulancia a la Fundación Hospital de Alcorcón, donde ingresó en estado grave en la unidad de control policial, según ha detallado hoy el diario 'El Mundo'.

Una vida entre la cárcel y los delitos

La Policía detuvo a Gallego el pasado 14 de junio de 2017 en Segovia al estar relacionado con dos violaciones y otros dos en grado de tentativa. Supuestamente, las abordaba en un aparcamiento cercano a un parque, les ponía una pistola y le obligaba a ponerse un antifaz. Luego las conducía hasta un piso de Segovia, donde las agredía sexualmente. Más tarde, las soltaba en la misma zona donde las había acechado.

Tras varios meses de minuciosas gestiones, la Policía Nacional le detuvo el 14 de junio en Segovia. El arrestado había sido condenado a 273 años de prisión por el asesinato de la joven burgalesa Marta Obregón en enero de 1992 y la muerte de Leticia Lebrato, de 17 años, en julio de 1992, además de 18 agresiones sexuales y violaciones. Cometió su primera agresión en 1976, pero no ingresó en prisión hasta el 20 de junio de 1979. Salió de la cárcel y volvió entrar en varias ocasiones tras reincidir en sus delitos hasta mediados de los años 90, cuando fue condenado y encarcelado por última vez.

Aprovechaba su profesión como mecánico de ascensores para acceder a los portales de sus víctimas. Su 'modus operandi' era el de esperar a que entraran en el portal de su vivienda para, al llegar al ascensor, sujetarlas e introducirlas en el habitáculo para forzarlas de modo muy cruel, según testificaron sus víctimas.

En 2012 la Sala de los Penal del Tribunal Supremo acordó que no saliera de la cárcel hasta el año 2022 gracias a la doctrina Parot, por lo que al reo no se le aplican los beneficios penitenciarios sobre el máximo de 30 años de cumplimiento de condena, sino sobre el conjunto de la pena global. Aunque, debido a la derogación de esta doctrina por los tribunales europeos en 2013, quedó en libertad.