Mariano Garmendia nunca escuchó hablar de la talidomida, los médicos le dijeron que su malformación se debía a causas naturales. "Empecé a plantearme si podía ser víctima de la talidomida, empecé a hablar con mi madre. Hasta entonces, nunca había hablado con ella del tema, y me dijo que sí, que en el embarazo ella había tomado unas pastillas", relata.

Casilda Miguel nunca se atrevió a preguntar a su madre si tomó durante su embarazo el fármaco contra las náuseas del laboratorio alemán. "Yo tenía sospechas de que mi madre se fue con un sentimiento de culpa muy fuerte. Como creyéndose que ella era culpable de que yo hubiera nacido así", afirma.

"El medicamento seguía en el mercado, a sabiendas de las consecuencias que tenía. Lo que quiere decir que yo no tendría que haber nacido así, si la administración del Estado hubiera sido correcta en su funcionamiento", asegura Rafael Basterretxea, vicepresidente de la Asociación de Victimas de la Talidomida en España (AVITE).

El Tribunal Supremo dio el caso por prescrito y rechazó las indeminizaciones que pidieron a la farmacéutica alemana. Este verano, el Constitucional daba carpetazo al caso no admitiendo su recurso de amparo. Pero las víctimas de la talidomida continúan con su periplo judicial y elevarán su causa al Tribunal de Estrasburgo.

"¿A qué acuerdos llegaría la farmacéutica Grünenthal con el Estado español, para que aquí, en España, no se reconociera que se había vendido talidomida?, se pregunta Casilda.

En España sólo 24 personas están reconocidas oficialmente como víctimas de la talidomida, aunque desde AVITE, la asociación que les aglutina, calculan que hay más de 2.000 afectados en nuestro país.