Un café del centro de Toronto, el 'Hotblack café', abrió el año pasado sin servicio de Wi-Fi con la intención expresa de lograr que los clientes hablen entre ellos en lugar de centrar su atención en los móviles u ordenadores portátiles. "Se trata de crear un ambiente social", dijo Jimson Biernenstock, dueño del local, quien afirma al New York Times de que se trata de "un lugar para la interacción humana, y no sólo para mercancías".
En muchos cafés, los trabajadores establecen su propia 'oficina' y por ello el hecho de tener Wi-Fi ha llegado a considerarse una obligación.
Sin embargo, Hotblack no es el primer café en negarse a la instalación del Wi-Fi, aunque aún se trata de una minoría. Biernenstock contó que los clientes en un principio estaban horrorizados por la decisión, añadiendo que ahora el público está dividido entre quienes aman la medida y quienes la detestan.
Además, dijo que su volumen de negocio no se basaba en conseguir más clientes a base de la conexión a Internet, sino a través de la convivencia de los clientes. Además, no hay muebles para posar los portátiles.
Por su parte, una tesis por Rose K. Pozos sobre la "sociabilidad urbana" en cafés dice que usar un portátil en un lugar como ese no tiene que ser necesariamente antisocial.
"La gente optó por trabajar ahí en vez de hacerlo solos en sus casas", escribió Pozos, estudiante en el Swarthmore College. "Esto indica que hay una razón social para que la gente vaya a los cafés aunque no esté relacionado con la relación directa con los demás".
El corte de Wi-Fi no está siendo una tendencia entre las cadenas más populares.
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