Los Mossos d'Esquadra empiezan a acumular ya casi una docena de denuncias sobre una mujer, probablemente de nacionalidad peruana, (se hace llamar Tati pero no está oficialmente identificada) que utiliza las páginas de citas de la red para contactar con sus víctimas, según informa el periodista Carlos Quílez.

El modus operandi es similar en todos los casos: contacta con su víctima, queda con él (habitualmente son hombres) y le seduce hasta que logra introducirse en su casa. Una vez allí le administra alguna sustancia para anular su voluntad y cuando está inconsciente, desvalija el inmueble arrasando con todo lo que observa de valor.

Las víctimas, cuando despiertan, aturdidas, recurren a los centros hospitalarios para ser atendidas. Recuerdan retazos de lo sucedido, pero no el contexto. Algunos explican que eran conscientes de lo que pasaba pero que no podían mover ni un músculo de su cuerpo.

Allí los médicos no pueden hacer más que llamar a la Policía porque en las analíticas convencionales resulta imposible constatar la presencia de esas sustancias.

"Establece una relación a través de redes sociales de ligue con su víctima, quedan físicamente, comen, beben algo y en el momento que esa persona está distraída le pone una sustancia en la bebida. Al cabo de unos minutos, esa persona deja de recordar cosas. Puede oír pero no actuar, aunque sabe que le están robando, no puede hacer nada", explica Salva Orejon, directora de onBRANDING.

Según informa Quílez, fuentes del Hospital Clínico señalan que en algunos casos, la sustancia podría ser un determinado colirio que ingerido por vía oral y en función de la dosis podría provocar un estado de inconsciencia que se puede prologar por espacio de horas.

También se cree que esta mujer puede haber administrado escapolamina, una sustancia que anula la voluntad. Algunas de estas víctimas han contactado con la empresa de ciberinvestigación onBRANDING para que les ayuden en la localización de sus teléfonos móviles (sustraídos durante el asalto) como vía de localizar a los autores de los robos.

La Policía asume su incapacidad material para geolocalizar los teléfonos. Además, cuando las víctimas se personan en comisaría con los informes realizados por esta empresa en donde se marca inequívocamente la ubicación de los celulares, los denunciantes tampoco observan proactividad en los investigadores cara a desentrañar la autoría de esos robos.

Orejón explica que "en algunos casos hemos detectado que los celulares de los teléfonos robados se encuentran en puntos muy concretos de Barcelona. Los dos últimos casos analizados, situaban los teléfonos en la calle Nou de las Ramblas y en la calle Marqués de Barberá, del casco viejo. No nos consta que esta información entregada a la Policía, que debería de haber obtenido la misma policía, haya sido utilizada. Las víctimas siguen sin poder recupera lo sustraído y además padecen el trauma del engaño".