Laura Worsley, una mujer británica de 35 años, logró ser madre después de una década intentando tener un hijo; durante ese tiempo sufrió 13 abortosy los médicos comenzaron a investigar dónde estaba el problema.

Tras cuatro abortos, los sanitarios dedujeron que Laura era un caso especial y que debían investigar la raíz de su incapacidad para tener hijos. Así, fue incluida en la Unidad de Investigación Biomédica del Hospital Universitario de Coventry y Warwickshire (UHCW) que investigaba sobre abortos involuntarios.

La profesora Siobhan Quenby, coordinadora de la investigación, descubrió que Laura padecía el 'síndrome antifosfolípido', también conocido como 'síndrome de la sangre pegajosa', que causa abortos.

Según publica 'Clarín', después de recibir una serie de tratamientos y de acumular una decepción tras otra, Worsley consiguió avanzar en uno de sus embarazos, aunque el bebé finalmente falleció a las 17 semanas. La batalla por su cumplir su sueño de ser madre se lo hizo todavía más cuesta arriba cuando sufrió otro aborto a las 20 semanas.

Sin embargo, después de sufrir 13 abortos, los especialistas descubrieron que la mujer padecía una segunda afección llamada 'Intervilositis Histiocítica Crónica', la cual hace que el cuerpo rechace el embarazo. Así, le suministraron una serie de asteroides que fortalecían el revestimiento de su matriz, y poco tiempo después, tras un difícil proceso en el que tuvieron que detener las coagulaciones de sangre en su cuerpo, logró quedarse embarazada y tener a su hija Ivy.

La niña nació a las 30 semanas de embarazado pesando solo 700 gramos, por lo que la trasladaron a una incubadora neonatal para cuidados intensivos donde la bebé estuvo 11 semanas. Este fue un tiempo muy duro para Laura porque, aunque estaba "encantada" de que su hija estuviera bien cuidada, el miedo por su salud aún se mantenía en la mente de la madre. "Les pedí a las enfermeras que fueran a verla por mí, yo estaba demasiado asustada", explica Worsley.

"No puedo agradecer lo suficiente a los investigadores y a los equipos de maternidad,que me han ayudado a tener el bebé que siempre soñé", contaba Laura a los medios locales.

La madre quiere que, contando su historia, se llene de "esperanza" y "fortaleza" a otras personas en su situación y que esto "sirva como ejemplo para cualquier otra persona" que experimente lo que ella pasó. Tras sufrir un aborto a las 20 semanas, se prometió a sí misma que con el embarazado de Ivy iba a ser "la última vez" que iba a intentarlo. Ahora dice que cuando la mira cree que "los milagros ocurren".