Los bulos sobre el efecto beneficioso de determinadas drogas son comúnmente conocidos. Los podemos oír en los bares: "A mi hermana, que tiene un soplo en el corazón, el médico le ha mandado un chupito de whisky todas las mañanas", defiende uno de los usuarios de uno de estos establecimientos.

Incluso los leemos en la prensa: "El gintonic ayuda a mitigar los efectos de la alergia", un titular desmontado por Guiomar López, de la plataforma '#SaludsinBulos', que asegura que "se refieren a las histaminas, pero realmente las histamistas que pueda tener un gintonic no tienen nada que ver con el antihistamínico que receta el médico".

Consejos populares que avalan el consumo de alcohol y las drogas, como por ejemplo, que es mejor fumar durante el embarazo que sentir ansiedad, un bulo, ya que la nicotina es peor para el feto que la ansiedad.

Pero el mito más difundido es que "una copita de vino al día es buena para el corazón", otro bulo, ya que no hay estudio que avale su efecto cardioprotector.

Otros bulos sobre el alcohol afirman que el chupito de después de las comidas es digestivo, algo totalmente falso, al igual que que el vino ayuda a prevenir la gripe o el resfriado, ya que el alcohol aumenta nuestra vulnerabilidad a las infecciones. Axiomas ya asumidos de los que cuesta prescindir.