Escondidos entre la niebla, dos arcos son lo poco que queda ya del que podría ser uno de los primeros puentes en el río Ebro a su paso por Logroño. "El puente romano de Mérida es el más largo, pero este no se queda corto", cuenta Federico Soldevilla, de la asociación Amigos de La Rioja.
En total, se conforma de una estructura de más de 160 metros de largo y 30 de alto, con siete arcos para comunicar ambas orillas. Ahora está comido por el río y la vegetación.
Reformado a lo largo de los siglos, tendría origen romano y sería parte de la vía comercial con el sur de Francia. "De materiales, de mercancías, de artesanos...", cuenta Urbano Espinosa, Catedrático Historia.
Se desconoce la fecha exacta en la que dejó de estar operativo, aunque está documentado que a mediados del siglo XVI el puente ya no estaba operativo. El cambio de rutas y la construcción de nuevos puentes iniciaron su abandono.
Begoña Arrue, profesora de Historia del Arte Universidad de La Rioja, cuenta que estas estructuras necesitan constante reparación: "Un puente hay que arreglarlo cada año".
Por eso hay quien apuesta por actuar cuanto antes para evitar que desaparezca completamente. Hoy por hoy, el Ayuntamiento de Logroño no contempla ninguna actuación en la zona.