Nuevo caso de violencia policial en Estados Unidos. El suceso en cuestión ha tenido lugar en Salt Lake City, en el estado de Utah, y ha dado la vuelta al mundo por el método que empleó el agente contra el sospechoso: usó a un perro policía para atacar a un joven negro que no opuso resistencia cuando fue arrestado.

Todo empezó cuando el policía, Nickolas Pearce, que lleva 14 años en el cuerpo de seguridad estadounidense, acudió al domicilio de Jeffrey Ryans por un caso de violencia de género. Según parece, la hija llamó al 911 porque su padre estaba gritando a su madre, que tenía una orden de alejamiento contra él.

Al llegar, sobre las tres de la madrugada, Pearce vio Ryans en el jardín de la vivienda, que no opuso resistencia a la hora de ser detenido. Pese a estar arrodillado y con las manos levantadas, el agente no dudo en ordenar a su perro que atacara y este, de nombre Tuco, desgarró la pierna del arrestado. Le provocó dos heridas por las que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente de inmediato.

"¿Por qué me haces esto? ¿Por qué haces que muerda?", se oye decir a Ryans en las imágenes, mientras que Pierce se dirige únicamente al animal para decirle: "Buen chico". La legislación de Utah permite a los policías el uso de la fuerza, lo que les exime de afrontar cargos criminales. Sin embargo, en este caso el fiscal le ha imputado un delito de asalto agravado por el uso de fuerza excesiva, lo que podría suponer hasta 15 años de cárcel.