La de Bill Conner es una historia de momentos difíciles que cambian a un padre para siempre. Perdió a su hija Abigail, que tenía solo 21 años, tras morir ahogada en la piscina de un hotel. Años antes, la joven había decidido convertirse en donante de órganos. Esto es, quería dar los suyos a quien lo necesitara en caso de fallecimiento.
Por ello, y aun con la pérdida de la joven aún demasiado reciente, la familia de Abigail quiso cumplir su deseo. Y la suerte fue a parar a Jack Lamouth, un chico de 21 años residente en Louisiana que se debatía entre la vida y la muerte y necesitaba con urgencia un corazón. Su cuerpo no rechazó el de Abigail, y pudo salir adelante.
Sin embargo, Bill, que no había podido despedirse de su hija ante la repentina tragedia, decidió hablar con Jack para comunicarle su plan, lo que el joven aceptó encantado. Así, el 14 de junio de 2017, Bill cogió su bicicleta y puso rumbo al hogar de Jack para poder darle el último adiós a su hija.
Más de 3.000 kilómetros separaban a Bill de su destino, 'obstáculo' que no le impidió llevar a cabo esta aventura por su hija. Así, el Día del Padre, que en Estados Unidos se celebra el tercer domingo de cada junio, el dolido padre llegó hasta la residencia de Jack, cuatro días después de emprender su viaje.
Allí tuvo lugar un emocionante encuentro en el que, mediante un estetoscopio, Bill pudo escuchar los latidos del corazón de su hija en el cuerpo de Jack, y ambos se fundieron en un largo abrazo; fruto de la generosidad de una joven que no dudó en ayudar a otras personas.