Oliver Briggs, un niño de cinco años, estaba con su familia en una concurrida playa de Bournemouth, Dorset, cuando pisó una hoguera abandonada que había quedado enterrada bajo la arena.

Según el 'The Sun', el niño comenzó a gritar de dolor, tras lo que la madre lo llevó al agua para enfriarle el pie. Fue entonces cuando se dio cuenta de la gravedad de las quemaduras, por lo que le llevó a Urgencias.

El menor fue atendido en la unidad especializada en quemaduras en el Hospital del Distrito de Salisbury en Wilts. Allí, los médicos le cortaron la piel con ampollas y le vendaron el pie. Tras el susto, el niño ya se encuentra en casa recuperándose.

Lews Alison, titular de la cartera del Gabinete para el turismo de ocio y las comunidades ha pedido a las personas que no dejen fuegos abiertos en la playa. "Queremos que todos puedan disfrutar de nuestras hermosas playas de manera segura y alentar al público a no usarlas para fuegos abiertos", ha manifestado.