Isabel se quedó en paro y se vio obligada a abandonar Madrid, tras dos años encadenando contratos temporales. "No encontraba trabajo y me tuve que volver a casa de mis padres", relata esta joven periodista y escritora, que tuvo que regresar a Toledo mientras su pareja volvía a Ciudad Real. Así, quedaban separados durante meses por los cierres perimetrales, en casa de sus respectivos progenitores.

Una situación en la que, como ellos, se encuentran el 55% de los menores de 30 años en España, que no consiguen emanciparse y viven aún con sus padres, un porcentaje que subió tres puntos el año pasado con respecto a 2019. El motivo: la precariedad laboral.

Para Isabel, su situación se debe a "la temporalidad del trabajo" y al hecho de que "los sueldos muchas veces no se adecúan a nuestro nivel de formación". En su caso, aprovechó la pandemia para escribir un libro con testimonios de sanitarios en primera línea frente al coronavirus.

Quería mantenerse ocupada, explica, mientras engrosaba la lista de paro juvenil más elevado de la Unión Europea: casi el 40% de los jóvenes españoles (un 39,6%), no trabaja, frente al 17,2% de la media europea.

"Apenas hay trabajo e incluso a los que ya tenían trabajo les están echando de las empresas", lamenta por su parte Nerea Hernández, socióloga, que señala que en estas circunstancias independizarse es una meta que ya se plantea para "los 30" años.

De media, los españoles dedican el 40% de su sueldo al alquiler, un porcentaje que es aún mayor entre los jóvenes porque este grupo de edad cobra menos. En Madrid, por ejemplo, el precio de la vivienda se sitúa en el 105% del salario medio de los jóvenes.

El economista Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de FUNCAS, habla de salarios que "en muchos casos" son insuficientes "para poder tomar una de las decisiones más importantes de nuestra vida, que es emanciparnos".

Salarios bajos a los que, además, se suma la temporalidad. "Aquí no se puede encontrar una estabilidad que te permita formar un plan de vida", denuncia la maestra Ester García, que explica cómo se van encadenando los contratos precarios.

Por otra parte, la pandemia ha impactado en el mercado inmobiliario y, en un año, la proporción de familias que viven en inmuebles en propiedad ha aumentado ocho décimas, hasta el 76,9%, mientras que las que ocupan una vivienda de alquiler han caído un punto, hasta el 17,3%.

Sin embargo, las operaciones de compraventa registraron un descenso del 3,7% en febrero. "Hay menos compraventa", confirma Santiago Carbó, que indica que antes de la pandemia "la economía estaba razonablemente bien", mientras que "ahora tenemos todas las incertidumbres del mundo". Un descenso que ha sido especialmente pronunciado en Baleares, Canarias y la Comunitat Valenciana.