Tranquila, fría y de la mano de los padres de la víctima. De esta manera conocimos el segundo día de búsqueda a Ana Julia Quezada. Una persona aparentemente normal para los más allegados.

Desde el principio comenzó a tener gestos, de cara a la investigación, muy sospechosos. "Se le pidió el móvil y dijo que lo había perdido. Cuando entregó el ordenador, gente cercana la vio borrando datos", explica Manu Marlasca, jefe de Investigación de laSexta.

Pero si hubo un momento crucial en la investigación es cuando ayudó a encontrar la camiseta del pequeño. A partir de ahí se elevaron las sospechas, aunque ella le restó importancia.

Durante la concentración del pasado viernes, Ana Julia dejó a un lado su pose más fría y se mostró mucho más afectada. Se deshacía en abrazos con su pareja, se enfundó una camiseta con la cara de Gabriel y se puso en primera fila para escuchar, impasible, las declaraciones de los padres.

Dos días después tampoco se la vio preocupada cuando la llamó Manuel Vilaseró, periodista y amigo de la familia, poco antes de que la detuvieran.

Con el cuerpo de Gabriel en el maletero, se defendió hasta en el último momento, cuando la Policía le ponía las esposas.