La condena a Cassandra reabre el debate político sobre la libertad de expresión y sus límites. Baldoví, diputado de Compromís, era el primero en mostrar su apoyo público tras la condena de un año de cárcel que también critica Podemos. "Queremos que se persiga el terrorismo pero no queremos que se persigan a tuiteros y a gente que hace humor", señala Irene Montero.

Por eso piden una reforma del Código Penal que elimine el delito de enaltecimiento, algo a lo que el PP se opone. Pero el debate no es solo político: ni los jueces se ponen de acuerdo y la misma Audiencia Nacional que condenó a Cassandra, absolvió en su día a otros tuiteros.

Donde no hay debate es entre los humoristas. "Tengo derecho a reírme de la muerte de un fascista", señalaba Facu Díaz, humorista. "Si nos acobardamos y dejamos de hacer humor estamos permitiendo que esa especie de represión legal continúe", asegura Darío Adanti.

La condena de un año de cárcel y siete de inhabilitación ya tiene para Cassandra una consecuencia: se quedará sin beca para la universidad.