En una Gran Vía donde hoy el ruido del tráfico lo inunda todo, se escuchó mucho antes el estallido de las bombas durante la Guerra Civil en un Madrid que 83 años después señala sobre un mapa las huellas de aquel horror.

"La ciudad estuvo sometida, podía entrar un obús por una ventana, o por una fachada", cuenta Luis de Sobrón, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.

Teófila Herreruela, testigo de la Guerra Civil, recuerda: "Mi padre nos dijo que no nos pusiéramos enfrente de ventanas porque era peligroso, pasaban silbando los obuses".

A sus casi 100 años, Teófila recuerda cuando salió de su casa, con lo puesto huyendo de las bombas. "Venían a bombardear por las noches y nos daba mucho miedo porque estábamos en casa, oíamos cómo se aproximaban y nos íbamos a refugiar al Metro".

Cada mancha roja, cada punto negro sobre el papel es un edificio bombardeado, una fachada acribillada por la metralla, un inventario, en definitiva, de ese Madrid herido por la guerra.

"Hemos podido contabilizar 80 años después, esto es importante, más de 1.600 edificios afectados en distinto grado", destaca Enrique Bordes, profesor de Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.

"Me hubiera gustado encontrar mis libros, mis muñecas... no había ni restos, nada", lamenta Teófila.

En los archivos del cuerpo de Bomberos están recogidas cada una de las intervenciones que realizaron. "Los telefonistas anotaban la hora en la que salía el servicio, el bombardeo... Hay un capataz que comunica a la central que no podían salir porque les estaban ametrallando", subraya Juan Miguel Redondo, oficial del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid.

Ocho décadas después, una pareja se abraza en la calle Princesa donde un día hubo un edificio en ruinas. A unos metros de ellos, en el mismo lugar, dos niñas cargaron con sus enseres, en mitad de una calle hoy atestada de tráfico.

Pasado y presente. También futuro. Como esos milicianos anarquistas que parecen embobados con dos jóvenes en la Puerta del Sol. O esos viajeros que hoy cogen el metro en los mismos andenes donde ayer durmieron cientos de personas a cobijo de las bombas. Imágenes testimonio de la historia de la ciudad fundida con el paso del tiempo.