Se aproxima el verano, y también el calor. Con la subida de las temperaturas, todos intentan sacar de donde se puede un resquicio de sombra, algo capaz de evitar que el sol impacte de lleno en la piel. Para lograr este objetivo, en estas fechas ya comienza a verse un gesto cada vez más habitual a lo largo de la estación: abrir una sombrilla. Pero ¿sabes que un parasol puede ser más que eso? Sí, gracias a la nanotecnología.

Con su uso se puede lograr que incluso una simple sombrilla contribuya a que las personas respiren un aire más limpio. Hay quien no acaba de entender cómo funciona exactamente esta combinación tecnológica, así que aquí va la explicación: la natecnología consigue, gracias a un líquido con el que se impregna la tela y con ayuda del sol, que las partículas contaminantes del entorno se acaben convirtiendo en sales.

De esta manera, el aire que antes era nocivo deja de serlo. Para una mejor descripción, la que ofrecen los impulsores de esta iniciativa a laSexta. Así lo detalla Patricia Leyva, directora del departamento de Sostenibilidad de Mahou-San Miguel: "Tenemos instalado en España un parque de sombrillas que a día de hoy equivaldría a un bosque de 80.000 árboles, y cada una de estas sombrillas equivale a dos árboles".

Según Leyva, estos renovados parasoles son capaces de "absorber las partículas nocivas que emite, por ejemplo, un coche diésel en una distancia de 30.000 kilómetros". Pero ¿cómo ha acogido el sector hostelero este sistema para sus terrazas? LaSexta visita el bar Rick's, ubicado en una calle estrecha y llena de tráfico en pleno centro de Madrid, que ya está empleando esta tecnología tan moderna para mejorar la estancia de los clientes.

"Todo lo que sea sostenible, y más estando en un ciudad en la que pasan continuamente coches, me parece genial", asegura Héctor Casanova, administrador del local. Para conocer el lugar donde se fabrican estas sombrillas hay que poner rumbo al norte de España y situarse cerca del mar. En concreto, hay que llegar a Vigo, donde se encuentra una fábrica dedicada a coser, montar y se rocían las sombrillas con esa sustancia que las hace únicas para proteger nuestros pulmones.

Habrá quien piense que, precisamente por ser tan sofisticadas, su estructura sea endeble y acabe inservible antes que una normal. Pero todo lo contrario. "Su vida útil es la de cualquier parasol normal. Es decir, que antes se deteriorarán los elementos mecánicos de la sombrilla que el que la tela deje de funcionar como purificador de aire", ha apuntado Patricia Leyva. Ni duran menos ni necesitan un mantenimiento especial, y consiguen dar un paso más para permitir el disfrute al tiempo que protege.